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»Después de esto, en mis visiones nocturnas vi ante mí una cuarta bestia, la cual era extremadamente horrible y poseía una fuerza descomunal. Con sus grandes colmillos de hierro desmenuzaba y devoraba a sus víctimas, para luego pisotear los restos. Tenía diez cuernos, y no se parecía en nada a las otras bestias.

»Mientras me fijaba en los cuernos, vi surgir entre ellos otro cuerno más pequeño. Por causa de este fueron arrancados tres de los primeros. El cuerno pequeño parecía tener ojos humanos, y una boca que profería insolencias.

Canto al Anciano

»Mientras yo observaba esto,
    se colocaron unos tronos,
    y tomó asiento un venerable Anciano.
Su ropa era blanca como la nieve,
    y su cabello, blanco como la lana.
Su trono y las ruedas de este
    centelleaban como el fuego.

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